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martes, 20 de abril de 2010

Educación según Aristóteles

Ética

Sócrates había preguntado ¿para qué es el ser humano, cuál es su fin, su función propia, su ergon? Aristóteles responde: el fin del hombre, como el fin de cualquier otra cosa, es ser lo es. La ceiba es para ser ceiba, y no piedra. El perro es para ser perro, y no pájaro. El hombre es para ser hombre, y no perro. El hombre debe actuar como hombre y no como perro. Entonces ¿cuáles y cómo deben ser las acciones propias del hombre? Las del hombre como individuo son estudiadas por Aristóteles en sus libros de ética (Ética Nicomaquea, Ética Eudemiana, Gran Ética y De las Virtudes y los Vicios). Las acciones del hombre desde el punto de vista de la organización familiar son estudiadas en el libro Economía Doméstica, y desde el punto de vista de la organización de la ciudad (estado) en el libro Política. Para Aristóteles el estudio de la conducta humana no es ciencia o filosofía en sentido estricto porque las acciones humana son concretas y no puede haber ciencia de lo concreto. Aunque su pasión era la ciencia y la filosofía, el sentido del deber lo llevó a enseñar cómo puede aplicarse la razón a las cuestiones prácticas.

El tema de la ética es, pues, las acciones del hombre como individuo: cuáles y cómo deben ser las acciones propias del hombre considerado individualmente; no la bondad de las "obras" resultantes de esas acciones, sino la bondad de las acciones mismas, que equivale a decir la bondad del hombre que actúa.

El enfoque de Aristóteles es eminentemente práctico: "la presente obra no se propone un fin teórico, como las demás, pues nuestra investigación no mira... a determinar la naturaleza de la virtud, sino el medio que hemos de emplear para llegar a ser virtuosos, sin lo cual su utilidad sería nula." (Ética Nicomaquea, lib. II, c. 2).

"Llegar a ser virtuosos" es llegar a tener la areté humana, alcanzar el estado que nos permite realizar mejor el fin del ser humano: ser hombre a cabalidad, teniendo en cuenta el cuerpo y el alma. La energeia (actividad) propia de quien ha alcanzado el estado óptimo humano es la felicidad (eudaimonia ).

¿Pero cómo saber qué es lo bueno para el hombre? Aristóteles ha rechazado el mundo de las ideas de Platón y no puede recurrir a ellas para darnos la definición de bien, de virtud, de justicia, de magnanimidad. Él –como siempre– va a buscar la respuesta en la realidad de las cosas, en este caso en las conductas mismas de los hombres y en los juicios que los hombres expresan sobre esas conductas; de ahí que sus escritos sobre ética abunden en descripciones de personas y situaciones en las que va buscando los rasgos propios del ser humano; la observación de especímenes concretos es tan importante para la ética como la de plantas y animales para la botánica y la zoología; va en busca del hombre tal como es y va a juzgar su naturaleza con un patrón también humano; las opiniones de otros, del pasado y del presente, le ayudan a dar con la naturaleza moral del ser humano.

Aristóteles observa que todos los hombres dicen buscar la felicidad, pero unos ponen la felicidad en una cosa y otros en otra. ¿Habrá algunos que acierten más que los otros?

"Hemos pues de considerar cuál es la naturaleza de la virtud."

(Aunque había dicho que no pretendía hacerlo).

"Puesto que en el alma hay únicamente pasiones, capacidades de acción y disposiciones adquiridas, la virtud debe pertenecer a una de estas tres clases. Llamo pasiones a la concupiscencia, la ira, el miedo, la temeridad, la envidia, la alegría, la amistad, el odio, la añoranza, la emulación, la piedad; en una palabra: todo aquello que va acompañado de placer o dolor. Llamo capacidades a nuestras posibilidades de experimentar estas pasiones... Las disposiciones, en fin, nos sitúan respecto de las pasiones en una posición buena o mala; por ejemplo, respecto de la ira, si uno se deja llevar demasiado de ella o demasiado poco, tenemos malas disposiciones; si nos dejamos llevar de ella moderadamente, tenemos buena disposición..."

"...ni las virtudes ni los vicios son pasiones, porque no se nos declara buenos o malos a causa de nuestras pasiones... (en cambio) a causa de las virtudes y los vicios se nos dispensan alabanzas o se nos hacen recriminaciones."

Nótese que la fuerza del argumento está en la opinión que la gente tiene. Pronto veremos, sin embargo, que no es la opinión de cualquiera o la opinión de la mayoría la que hay que escuchar.

"...la ira y el temor no provienen de nuestra voluntad, mientras que las virtudes connotan una elección consciente..."

"Estas mismas razones hacen que las virtudes y los vicios no sean en nosotros meras posibilidades. No se dice que somos buenos o malos por el solo hecho de poder experimentar pasiones... Por lo demás, si la naturaleza nos ha dado estas posibilidades, no es ella la que hace que seamos buenos o malos..."

"Si, pues, las virtudes no son ni pasiones ni meras posibilidades, solo queda que sean disposiciones adquiridas." (Ética Nicomaquea, lib. II, c. 5).

"Sin embargo, no es suficiente decir que es una disposición; hay que precisar qué clase de disposición es."

"Hay que decir que toda virtud, según la cualidad de que ella es perfección, es lo que produce esta perfección y la que proporciona, mejor que nada, el resultado esperado... la virtud del hombre será una disposición susceptible de hacer de él un hombre bueno y honesto, capaz de realizar la función que le es característica."

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